DECLARACION IIACOS*
FORO AMERICA LATINA Y EL CARIBE-UNION EUROPEA (ALC-UE)
SOBRE COHESIÓN SOCIAL
(8 al 10 de Febrero 2010)
¿Cómo promover la cohesión social en lo Laboral?
Una década ha terminado y una nueva apenas ha comenzado. Resulta pues apropiado reflexionar sobre los avances en materia de cohesión e inclusión laboral, y considerar algunas sugerencias tendientes a mejorar el estado de bienestar en Latinoamérica. El contexto que escogemos para plantear tal reflexión, es la consideración de que nuestra sociedad global convive con dos procesos sociales, si bien aparentemente contradictorios, ambos tienen una misma meta común: El logro de la unidad en la diversidad, mediante el establecimiento de un nuevo orden social legítimo, justo, pacífico y cohesivo. En el mundo se los conoce como los procesos de integración y de desintegración. Uno construye los tejidos de una nueva sociedad y el otro, echa abajo lo que no armoniza con la cohesión social, con la unidad. Entonces, ahora, cabe preguntarnos primero, ¿sobre qué principios han sido sustentados el modelo que engendró el actual estado de bienestar? Muchos documentos de análisis sobre el desarrollo socioeconómico declaran que la región se caracteriza por la desigualdad, y que la exclusión social es una de sus características más notorias. Por tanto, también, cabría una segunda pregunta: ¿a cuál de los dos procesos contribuye éste modelo de estado de bienestar? Al final, esperamos estar consciente del rumbo que seguimos.
Cada año millones de juventudes, en Latinoamérica, alcanzan la edad laboral. Todos propulsando demandas laborales que según como observamos, abren, de un solo tajo, el sendero de la exclusión laboral.
Entonces, si los principios que rigen a tal modelo como: competitividad, mercado, productividad, eficiencia y eficacia, la oferta y la demanda, calidad, entre otros, entonces, salir de la escuela ahora, sin los requerimientos necesarios para ingresar al mercado laboral, sólo alentará y profundizará dicho sendero, por tanto, la desintegración social. Y la batalla comienza para todos ellos, buscando -de cualquier forma-, una fuente de trabajo. Cada inicio de año, las familias se preguntan: ¿y ahora?... Esto es uno de los ejemplos que éste estado de bienestar resulta inestable, muchas veces frustrante, pues unos perderán y otros ganarán la lotería laboral.
En el Perú, terminan la escuela cientos de miles de jóvenes. El menor porcentaje de este grupo se dirigirá, sin demora, a la continuación exclusiva de sus estudios superiores; un tercio del porcentaje hará dos cosas a la vez: estudiar y trabajar; pero el grueso mayor son aquellos que no cuentan ni con los medios para estudiar y ni con las competencias para conseguir un empleo digno. Caminaran en la arena movediza, cogiéndose con lo que encuentren en el camino, normalmente como mano de obra no calificada y de carácter cortoplacista. En este mar de arena, las pocas organizaciones que ofrecen oportunidades de rescate laboral -cual istmos-, atenderán, quizás, a unos cientos. Y el Estado Nacional, como una gran playa, adoptará a unos miles, hasta que pase la temporada. Pero, los quedan, los desafortunados, doble veces excluidos, ni habrá registros de ellos, pues salen de la escuela y el padrón escolar se olvidará de ellos, nadie les hará seguimiento. Como decía Flora Tristán, se convertirán en las “parias” de la sociedad, y que más adelante, nos sorprenderán participando en las barras bravas o aparecerán en algunas de las “tribus urbanas” que intentan, al menos, construir su propio mar de consuelo o hacerse notar. No cabe duda, que esta dinámica situacional, se convierte en una tendencia desintegradora que arrasa con aspiraciones legítimas de alcanzar el bienestar, la seguridad, la salubridad. Como seres humanos nobles, uno esperaría recibir al término de una larga jornada educativa escolar una buena bienvenida laboral. Sin embargo, los efectos de esta desintegración social, quebrará el tejido mismo de la cohesión social, aumentando los índices de violencia, cuya tiranía social será el modus vivendi, pues, el estado de bienestar, no les alcanzó.
¿Cómo quebrar este círculo desintegrador?
Un cambio en la mirada. Primero, pues, ha de reconocerse que todo ser humano, nace como un fideicomiso social, por el derecho de haber nacido en este planeta, y en consecuencia, al disfrute de sus recursos naturales que ella provee. Estos recursos, son de propiedad, por derecho, de todos. El concepto de propiedad privada, que amerita una revalorización, si bien necesaria, no debe estar por encima del bienestar y la prosperidad de todos los ciudadanos. Por lo tanto, es el Estado Nacional, que no solo debe velar por la seguridad de su fideicomiso, sino debe asumir la completa responsabilidad de implementar mecanismos saludables, eficaces y duraderos de bienestar y promoción laboral. Claro, a la luz de la cohesión social, se requiere de una estratégica nacional laboral, que integre los procesos vinculantes con el trabajo: educación, salud, seguridad, justicia, habitad. Las necesidades humanas fundamentales no son muchas, pero sí están integralmente unidas. Por tanto, emprender acciones dirigidas a mejorar el estado de bienestar, requerirá acciones integrales y cohesivas desde el mismo momento de la planeación. En Europa, ya existen Ministerios para la Cohesión Social, que van integrando procesos que estaban antes aislados y desarticulados, gestados por uno u otro Ministerio, además, de lo que generaban gastos enormes en la gestión, hoy es más funcional, cohesiva, eficaz y hasta económica.
Otra mirada, la grandeza de una nación es brillar en el “alto cielo del conocimiento” y la tarea de todos sus ciudadanos, que le dará honor y distinción, es transformarse en “fuente de bien social”. Si este principio se plasmara, mediante políticas audaces gubernamentales, en los programas educativos y sociales, se arribaría a la orilla del bienestar y la prosperidad humana. Como tal, aun no acontece, entonces, es necesario construir nuevas estructuras que se encaminen al logro de tal encomienda. La causa de la prosperidad y el bienestar será inalcanzable a menos que los tres actores que construyen el nuevo orden social (las instituciones, las personas y la comunidad) se cohesionen en una unidad de pensamiento y acción.
Identificando procesos cohesivos
Por naturaleza, los jóvenes construyen sus propios centros de interacción, como espacio de atracción y afinidades juveniles. Los jóvenes son entidades orgánicas, cuya ley de la atracción hará que uno y otro se vinculen conformando grupos y colectivos afines entre sí. Sin embargo, las instituciones, a veces muy distantes de estos procesos contribuyen a profundizar las exclusiones, un fenómeno ya en si extraño, pues si nos miramos como ciudadanos de un mundo global, ¿hacia qué dirección se los margina o excluye? No cabe duda, que es la exclusión laboral y social, el que engendra uno de los mayores nichos de desequilibrios sociales, pues el trabajo, en un normal y sano orden social y justo, es legítimo, y un derecho indiscutible. El fideicomiso de las instituciones gubernamentales, por lo tanto, vienen siendo estropeados.
Medidas a corto y mediano plazo
Ciertas medidas deberían orientarse a entretejer los espacios sociales vinculantes como lo son las escuelas, los grupos juveniles, las iglesias, los centro culturales, los clubes deportivos, los espacios de estudio y lecturas, las cabinas de internet (un centro de cohesión social que se ha expandido grandemente), en fin, todos estos espacios deben comenzar a desarrollar estrategias de inserción laboral o aun mejor, construir sus propios procesos de productividad, y no esperar que el joven termine su etapa estudiantil, para luego verse confrontado con un mercado laboral que en sí, ya es excluyente. Entonces, se requiere nuevas estrategias vinculantes, un solo proceso educativo orientado al bienestar y a la prosperidad, no sólo a lo laboral.
Los Ministerios de trabajo deberían dejar su labor actual de creación de empleo básico y técnico, y su rol de articuladores entre la empresa y el demandante, a que la desempeñen los gobiernos locales. Ahí deben generarse centro de capacitación laboral, paralelo a la educación escolar. En la localidad deben desarrollarse centros de investigación y generación de conocimiento de lo local. Y las empresas que conviven en ella deben ofrecer sus demandas en el mismo entorno local para que así también disminuya las constantes migraciones, de uno a otro lado.
La estructura y dinámica local, debe zonificarse e identificar sus propios procesos sociales, comunicacionales, educativos y productivos, y reagruparlos en sistemas integradoras y cohesivas para el desarrollo integral y productivo. Los municipios deben reestructurarse en función a los llamados “clúster”. Todo municipio, debe ser un municipio productivo, un semillero de la cohesión y de la unidad social. Pues si no, pasará aquello que cuando se llega a las grandes ligas deportivas, se perderá aún antes de ingresar a la cancha, pues, como hoy, son escasos los centros semilleros de productividad, y los dejan para el corto plazo, no llegarán ni para las semifinales del desarrollo sostenible.
La gestión de los Ministerios de trabajo, entonces debe abarcar entornos más de carácter nacional e internacional, desarrollar políticas laborales con las universidades e institutos estatales para que implementen un sistema de Beca trabajo. Como por ejemplo, la Universidad Nur (*), en Santa Cruz, Bolivia, desde que se fundó en 1983 ofrece la oportunidad para que personas de bajos recursos económicos y que vienen de colegios fiscales, puedan trabajar y estudiar a la vez en la misma universidad.
Los Ministerios de trabajo, además de la noble tarea de proteger al empleado y al empleador, es justamente crear redes de clúster laborales, que surgirían desde los municipios, a nivel país e internacional, y facilitar políticas nacionales e internacionales de integración y cohesión productiva. Un Ministerio articulando clúster productivos con otras regiones.
Además, deben crearse centros de investigación laboral o círculos de investigación para la generación de empleo especializado, y descubrir nichos de mercados internacionales. Su rol debe ser más proactivo e inspirador, a la vez que exigen que el empleado sea proactivo, también éstos deben ser aun más proactivos, más audaces, responsable socialmente. Cada miembro del Ministerio, debe tomar conciencia, que él ya es un empleado, seguro y con bienestar, y así sernos sensibles y empáticos con los que aun no están en la carrera laboral.
El trabajo, es quizás, uno de los principales centros de cohesión social. Por lo tanto, los Ministerios deben tener un centro de investigación para desarrollar y fortalecer procesos cohesivos y alertar procesos desintegradores que pronto se manifestará en conflicto social; pues la mayoría de ellos, surgen en entornos laborales.
Sin embargo, existe una falla estructural, mencionada al inicio de esta declaración: los Ministerios no fueron creados para ejercer la función de cohesionar y evitar los procesos de desintegración social que generan inherentemente, pues las políticas laborales del actual modelo de estado de bienestar, vienen con un virus implícito. Por ejemplo: El joven sale del colegio, no entiende sobre estas dinámicas, no está ni consciente de su posición frente a un modelo laboral, que le es poco accesible. ¿El joven está capacitado para aportar con su conocimiento y percepción para buscar mecanismos de participación e inserción laboral más nobles? Quizás, debería hacerse un estudio sobre la percepción que tienen los estudiantes sobre el Ministerio de Trabajo, y sobre esta base procurar los cambios necesarios para transformarse en un centro de inclusión social, y evitar convertirse en un sistemático mecanismo de exclusión.
Sí, el sistema de oferta y demanda, orientador el estado de bienestar actual, lleva consigo el virus de la exclusión, entonces ¿cómo protegerse de ello? Así como han surgido muchas alternativas programáticas para atacarlos, también, es posible dar respuestas a las demandas de una sociedad inclusiva, que ya emerge poco a poco en Latinoamérica, inyectarle con el programa antivirus de la cohesión y la unidad social.
* IIACOS, es una institución de desarrollo social. Su propósito es promover procesos y programas sociales y educativos que contribuyan a la gobernabilidad en el marco de la unidad en la diversidad; al fortalecimiento de la cohesión social; la consolidación de los derechos humanos; y en el avance hacia el bienestar y la prosperidad de la civilización humana. Ofrecemos nuestros servicios de asesoría para buscar alternativas integrales y cohesivas junto con las instituciones que buscan sendas de inclusión social.
* La Universidad Nur, es una Universidad de carácter privado.
Nota.- Las frases encerradas en comillas, surgen de los Escritos Bahá’ís